SE CUMPLIERON 70 años de la primera
                              narración de una carrera de caballos en Puerto
                              Rico. Eso fue en el hipódromo Las Monjas. Por
                              supuesto yo no la oí, pero quizás Carlos Pieve
                              ya estaba sintonizado desde su querida Puerta de
                              Tierra.
                              Sin embargo, recuerdo muy bien
                              la voz seria y sonora de Antonio Campos
                              describiendo, quizás, aquel inolvidable duelo
                              entre Gurabo y Cambalache que ganó el pupilo de
                              Padilla. 
                              Mi tío Catín había
                              pronosticado el triunfo de ese segundo candidato,
                              por la mañana, basándose en que la recta final
                              de Las Casas no era tan larga como la de Quintana
                              donde el campeón negro de don Pepe Coll y Vidal
                              reinaba sin oposición. 
                              Y luego escuché a Bebé
                              Cabrera que pronunciaba el nombre de los equinos
                              con entonación muy distinta a la de don Antonio,
                              pero que la gente entendía y apreciaba más. 
                              Y así, el papá de Piro preparó
                              el escenario para el pintoresco Pito Rivera Monge
                              que, con su "Camarero en punta", impulsó
                              hacia arriba al hipismo boricua como en el
                              baloncesto lo habían hecho Manuel Rivera Morales
                              y Tinajón Feliciano. ¡Qué década esa del 1950
                              en Puerto Rico! 
                              DESPUES DE Rivera Monge
                              se anticipaba un vacío en la narración de las
                              carreras de caballos pero de la nada apareció un
                              jovencito que, al no poder llegar a las Grandes
                              Ligas como lanzador, optó por hacer
                              profesionalmente lo que hacía como adolescente
                              fiebrú estimulado por uno de esos padres como hay
                              pocos. 
                              Y advino al moderno hipismo de
                              ElComandante la voz de Norman H.Dávila: "Y
                              ya abren las compuertasy… están en carrera"
                              En esa pausaantes del "están…"el
                              muchachoidentificaba a los ejemplares quedominaban
                              el evento en los primeros200 metros. ¡Qué listo! 
                              Norman es un fenómeno. Y lo es
                              no solamente porque nadie en Puerto Rico ha
                              narrado o narra una carrera de caballos como él,
                              sino porque, siendo una figura pública, no tiene
                              enemigos. 
                              No es poca cosa lo que he dicho
                              si consideramos que se trata de una persona que
                              nunca pierde una discusión. Pantalones Santiago,
                              que lo quiere como si lo hubiese parido, lo dice
                              por doquier: "Con Norman no se puede discutir". 
                              El hijo de Mr. Hopgood fue
                              lanzador y pudo haber sido pelotero profesional
                              como su compañero de equipo, Santos Alomar, de no
                              haber sido porque se le pudrió el brazo derecho y
                              por aquel jonrón con las bases llenas que le
                              batearon, creo que en Humacao. 
                              Enfogonado consigo mismo y con
                              la curva que le rompieron porque, obviamente, le
                              rompió muy poco, hizo lo que hubiera hecho un
                              Roger Clemens y al próximo bateador le propinó
                              tremendo bolazo. Y se formó soberano motín en el
                              cual pelearon todos menos el que dio el bolazo. Así
                              es la vida. 
                              Lo que perdieron las Medias
                              Blancas de Chicago lo ganó la hípica boricua.
                              Por su estatura Norman pudo haber sido un buen
                              baloncelista, pero le molestaba el despeinarse. Y
                              para entonces no había el gel de Piculín. 
                              No obstante, ha sido hasta
                              apoderado de baloncesto en las ligas superiores y
                              al presente dirige nuestro campeonato nacional de
                              voleibol femenino. 
                              LO CONOCI en 1967 cuando
                              me invitó a compartir con él en un programa
                              deportivo que hoy se llama Descarga Deportiva
                              porque era al mediodía y comentábamos todos los
                              deportes. Y me sorprendí de lo mucho que sabía
                              aquel muchacho que rompía el 'maiden' en la radio
                              puertorriqueña. 
                              Auspiciado por lasbaterías
                              Exide y favorecido por lopoco que del presupuesto
                              consumíanNorman y Fufi, el programa duróhasta
                              que literalmente se 'agotaron'las baterías." 
                              Fue Mariano Artau el que, en
                              1972, recomendó a ese pelotero frustrado para
                              narrar carreras de caballos. Y aunque había hecho
                              algunas prácticas desde el 'grandstand' y para su
                              grabadora, la verdad es que debutó con muy pocos
                              'briseos'. 
                                
                              Con locutores como Mariano y
                              Bibí Marrero a su lado el muchacho (gracias Bibí)
                              se hizo famoso como narrador hípico, y me
                              enorgullecía el haber sido una vez su compañero
                              de trabajo. Fue corto aquel primer encuentro en
                              WIAC, pero interminable nuestra amistad. 
                              Por eso, cuando supe que Norman
                              H. Dávila sería honrado el 9 de diciembre dedicándole
                              El Comandante la Copa Confraternidad del Caribe,
                              decidí adelantarme al festín, y, en nombre de
                              todos sus amigos, testimoniarle nuestro cariño.
                              Gracias Norman. 
                              CONOCIENDOLO, ESTOY
                              seguro que disfrutará mucho más la narración de
                              esa carrera que el que se le haya dedicado. 
                              Y, claro, le brindo el mismo
                              consejo que a todos mis amigos cuando son objeto
                              de un homenaje: hazte un examen médico completo
                              al día siguiente.
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