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Francisco Maturana encuentra en la hípica un oasis

‘Es un canto al optimismo’

El "Profe" accedió a hablar con RECTA FINAL, no solo de la participación de Memorial Day y Cobra Real en la Serie del Caribe, sino de lo que significan los caballos para él, en un medio que valora cada superación y en donde la amistad todavía vale oro.

Cobra Real el día de su despedida en el Premio Fuerza Aérea Colombiana.

OSCAR CORREA CAICEDO / ocorrea@deportivo.com.co

Sin perder la compostura ni en el triunfo ni en la derrota, con una sonrisa amable siempre, entre amigos. Así se le puede percibir a Francisco Maturana en el hipódromo.

Alejado del protagonismo, el "Profe" encuentra en esta actividad un medio edificante y constructivo, donde el respeto y el cariño priman ante cualquier otro comportamiento, sea cualquiera el resultado de una carrera.

Junto a su familia ha construido una bonita afición en torno al Stud Clásico y dos de sus ejemplares, Memorial Day de su hijo Daniel y Cobra Real de su esposa Margarita, representarán a nuestro país en el Caribe.

El "Profe" nos abrió la puerta para conocer facetas que son el sostén de la pasión que siente por este deporte.

- ¿De dónde surge su cercanía y su afición a la hípica?

- "Desde mi papá. En una época, para la clase media el 5 y 6 era una opción sana. Estando yo joven, los sábados estaba en medio del ceremonial que mi papá hacía. Se ponía sus gafas, cogía su media de aguardiente, empezaba a hacer su estudio y yo tenía que ir a sellar el 5 y 6. A partir de ahí empecé a ponerle cuidado a eso, a oir la carrera los domingos y después, cuando ya entré en el plano del fútbol, siento que históricamente hay cierta familiaridad, cierto compadrazgo entre el fútbol y la hípica. Lo notás en el sur, en Europa...yo hice el fútbol en Nacional y allí llegaban los jugadores argentinos con ese bicho de la hípica. Posteriormente vino el jefe de todos que fue Oswaldo Zubeldía y con él entré a mirar el asunto más allá, desde la crianza. Él me llevó a conocer criaderos como el Santa Lucía y San Silvestre, al hipódromo a la parte digamos...oculta, es decir, conversaba con los veterinarios, los jinetes, entrenadores. Fue naciendo entonces esa sensación, ese sabor y me sentía cómodo en esto".

- ¿Conociendo la actividad a fondo, en todas sus facetas, le gusta ahora aún más?

- "Lo que menos le gusta a uno son las carreras. Llega un momento en que pasa la carrera y su preocupación es que su caballo termine bien, no importa dónde. Son pasos que se dan desde la madurez, del significado que le ve al ejemplar. Es decir, cuando uno diseña su propio caballo, lo cría, no interesa si gana o pierde, interesa que esté bien porque se convierte en parte de la familia. Sinceramente, me siento cómodo porque el animal en sí me gusta por su nobleza, su belleza, su poderío físico y también su fragilidad. Yo disfruto de subir a la finca y, cuando tengo mis problemas, mis angustias que son frecuentes, me abrazo a un caballo, lo sobo y me bajo a Medellín livianito, con la sensación de haberle dejado todos los problemas a él. Ya es otra relación, más de cariño y no de la apuesta, porque esa es la parte más oscura, complicada, la que todo el mundo cree que mucha gente está en la hípica por eso. Los que tenemos la suerte de algún día criar un caballo, sabemos que se está en la hípica es por el amor que se siente por estos ejemplares".

- ¿Qué pasó en ese lapso de tiempo desde que Zubeldía le inculcó ese amor por los puros de carreras?

- "Cuando estuve en Europa tuve la oportunidad de conocer a Chantilly, de ver carreras en Milán, en Londres y a partir de ahí se me fue revitalizando esa sensación. Luego estuve en Cali y allí me regalaron un caballo de trocha y me identificaba con él. No monto caballos, pero me gusta ver montar e iba al criadero para ver cómo andaba, a darle una sobadita. En Cali me regalaron otro caballo, una potranca (porque a mí casi todo me lo regalan), los envié para Medellín y así empecé con los caballos de paso fino.

"Conté con suerte porque tuve una yegua que llegó a ser gran campeona, unos caballitos que lo hacían de manera decorosa y un día cualquiera, por allá por el 98, estando acá, en esas soledades que uno maneja bien manejadas, me fui a disfrutar del paisaje y encontré un sitio al que me había invitado el señor Carlos Arango, Haras Alameda. Empecé a ver a Fort Yukon y toda su generación, empezaron a salir caballos, salió Garbo y fue amor en el acto, lo acabé de criar en mi finca y alrededor de él estuvo toda la familia".

- ¿Cómo fue su vivencia con Garbo, el primer ejemplar que tuvo?

- "Desde el momento en que lo compré, con el ‘gordo’ Jorge Gómez, Carlos Arango, el veterinario Jorge Gómez, pensamos que por sangre y estampa estaba destinado a ser del primer lote. Se encontró con una camada como Tilarán, Tancredi y la cosa se le complicó, pero fue un digno rival, llegó a correr los clásicos y alternar con relativo éxito. Es un logro tener un caballo que llegue al primer lote, porque son 12 ó 13 y tener ese mandil es un motivo de orgullo".

- ¿Y qué se siente pasar de ser espectador a vivirlo en carne propia, con su divisa en la pista?

- "Es muy satisfactorio, especialmente cuando la divisa está relacionada con el éxito y no con cualquier caballo. Por ello hemos sido cautelosos a la hora de elegir a quién mete uno en su Stud, porque traje algunos caballitos de Ecuador en 1998, con sangre argentina y se hablaba bien de ellos, pero no se acomodaron, su proceso de preparación no fue brillante y al final tuvimos que crear otro Stud para que el Clásico mantuviese un prestigio. Ese nombre surgió cuando fui a Chantilly, en Francia, a comprar una divisa y me preguntaron que cómo se llamaba el Stud, dije que no sabía, me preguntaron qué quería y dije que algo serio, clásico y preciso, así lo dejaron, Stud Clásico. Los colores son los de Brasil, porque en América todos tenemos un brasilero por dentro".

- ¿Usted ha tomado un poco de las partes en que ha estado, cómo fue en Perú, porque allá también marcó otra parte importante en su historia como hípico?

- "Sí fue importantísimo. Cuando llegué a vivir allí, conocí al expresidente del Universitario, el señor Nicolini quien me invitó a su Haras. Conocí a varios propietarios y criadores, lo mismo que a varios padrillos y ejemplares importantísimos. Encontré un medio muy calificado, de status alto, gente que sabía mucho de la historia hípica en Perú y en el mundo, así que me fui metiendo más. Un día me enamoré del famoso Gohan, después conseguí a Miosfera que se llamaba Bombona y eran ejemplares selectos que compré en un remate. Con Gohan se tenía muchísima expectativa, se pensaba que llegaría a clásicos, pero sufrió allá un problema de tendón que no me di cuenta, cuando llegó acá estaba "rayado" y no pudo responder. Después compré otra yegua a la que le cambiamos el nombre por Veruska, que estaba bien emparentada".

- ¿Cómo fueron sus primeros años aquí en Hipocomuneros, ya en su tierra y poniendo en práctica todos los conocimientos previos que tenía, creciendo su Stud y ganando prestigio?

- "Más allá de la parte competitiva, la hípica tiene algo importantísimo y es el entorno, que es calificante. Para uno que viene de un medio que es descalificante, es como un oasis. Tu caballo corre como sea y la gente te dice ‘tu caballo va mejorando’, siempre hay un canto al optimismo, no hay un maltrato y eso crea un ambiente fantástico, se siente uno cómodo. Está el caso de Durango, que logró que nos reuniéramos todos los odontólogos que egresamos en el 72 y que viniera toda la familia de la mujer mía que vive en Canadá, es un punto de reunión de la familia y los amigos".

- ¿Además de ello, Durango también marcó época aquí en Los Comuneros, cómo fue su historia?

- "Cuando estaba en Costa Rica, un día me metí a navegar en Internet, a leer una revista en avión y allí hablaba de los padrillos importantes, entre ellos Sadlers Wells. Supe que iban a traer un hijo suyo a Colombia, averigüé dónde estaría y lo encontré en el Stud Lugano. Busqué las yeguas que serían servidas por Election Day, me gustó luego la nieta de Mister Prospector, Crazy For Love, y me gustó Always Seattle, que había tenido campaña en Ecuador. Le dije a Carlos Francisco Ramírez que se fijara en esos caballos y cuando nacieron ambos fueron potros. Fui a los cuatro o cinco meses y le dije a Sergio (Botta) que quería un potro de esos, no me definía por cuál, Darco o Durango. Me fui entusiasmando por eso, Carlos Francisco se encargaba de los aplomos, de ver cómo iban creciendo y al final se hizo oficial la elección, así que me decidí por Durango, aunque era más perezoso, más frágil, pero era solitario y tenía un "no se qué". Quedó segundo en su debut, corriendo último como era su costumbre. Después lo corrieron más arriba y llegó tercero. Luego lo corrieron a su aire y ganó como cuatro seguidas, entre ellas la Copa Criadores y el Criterium.

"Yo disfrutaba las carreras de Durango, como ya sabía lo que iba a pasar en la pista, me dedicaba a ver lo que pasaba en la tribuna y veía los hinchas como levantaban la mano, como tiraban el sombrero, como volteaban la revista cuando Durango empezaba a atropellar. Ese caballo parecía que conociera ese letrerito porque en los 600 hizo una muy buena comunión con Cirilo Icaza".

Durango, causa de alegrías y de profunda tristeza con su deceso.

- ¿Durango fue el mejor dos años, en la campaña de tres tuvo inconvenientes con la lesión de rodilla y murió. Cómo vivió esa otra cara, al pasar de la gloria al sufrimiento?

- "El caballo no era el mismo, se quedaba y coincidió con la fractura de Cirilo. Pensamos que extrañaba a su jinete, porque lo montaban Juan Carlos, Héctor y no era lo mismo. Cuando se hizo la evaluación profunda supimos que el caballo tenía un chip, no se sabe desde cuándo. Viene ahí la historia de tener que operarlo, mejor con un médico de humanos, para que las secuelas fueran menores. Hablé con Winston Tobón, se vino con otro médico que también le gustaban los caballos y armamos un zafarrancho en la Clínica. Ese día Durango estaba duro, muy lindo, caminaba como no era su costumbre. Empezaron a ponerle inyecciones y todo el proceso, cuando al rato se murió. Eso fue un golpe durísimo, cómo le digo a Daniela, a Daniel, para quienes Durango era excepcional. Después ver a Cirilo encima del caballo llorando, el pesar de don Lisandro, la impotencia de Winston...de pronto fue un error no haberlo llevado a Medellín donde había más posibilidades, pero las cosas suceden como debe suceder. Fue doloroso.

"Entonces compré al hermano. Carlos Francisco empezó a cuidarlo y le cambiamos el nombre de Fugitivo, porque no generaba un buen sentimiento en esos momentos en Colombia. Todos en la vida tenemos un día para recordar, bueno o malo, así que le puse Memorial Day".

- ¿Entre ellos dos estuvo Cobra Real, que también fue importante en su campaña de tres años, eso calmó un poco esos sentimientos de dolor?

- "Con toda seguridad, diría que Cobra es el mejor caballo que hemos tenido. Tiene 22 ó 23 carreras y ha ganado 7 u 8, de resto ha llegado segundo y pocas veces fuera del marcador. En su debut ganó, aunque lo distanciaron pero ganó. Después guapeó con todo el mundo, en la polla tuvo problemas por la lesión de su jinete y no se esperaba una buena actuación, pero llegó a cabeza. Mostró que quería correr de atrás, en el Derby salió favorito, pero Medalla de Oro y él se dejaron ganar del cuento de Intrépido y su gente y se quedaron atrás. Luego vino una carrerita, el caballo cojeaba y la radiografía mostró fractura, se fue a cirugía y estuvo seis meses por fuera. Me lo iba a llevar para el criadero pero don Lisandro me dijo que lo dejara y no le pagara porque creía en él. A los seis meses el caballo salió y cambió su modalidad, parecía que le hubieran cambiado la gasolina, empezó a correr adelante, a ganar en 1600, en 2000 en 2200 e hizo todos los puntos para ser considerado el mejor caballo de handicap acá".

Memorial Day, el consentido de Daniel que nos representará en Puerto Rico.

- ¿Con Memorial se vivió algo similar que con Durango en cuanto a la cirugía, pero tuvo mejor suerte y en la Campaña Clásica si vivieron lo que les faltó con Durango, es como completar fracciones con distintos caballos?

- "Lo de Memorial es un reconocimiento a la voluntad y dedicación de Winston, después a la preocupación y el afecto de don Lisandro, que creía mucho en él. Pienso que le faltó una carrera, porque hizo dos y estaba listo para el Derby, considero que le faltó fondo, sin quitarle mérito a Royal Danzyn. Después vino el Pequeño Derby en el que hubo exceso de confianza, que también es importante porque muestra cómo no debe correrse el caballo. En el Congreso de la República, bien corrido, ganó con autoridad y sumó los puntos para irse a Puerto Rico".

- ¿Es algo sin precedentes, que tenga los dos clasificados y en plenitud de condiciones, cómo y por qué se decide a ir?

- "Estos caballos son de uno, pero también de todo el mundo, de todo el que tenga algo que ver con el caballo. Me parece injusto no darle la oportunidad a un caballo como Memorial Day de demostrar qué es. Fue casi el emplazamiento del criadero, porque por mí mismo no pensaba en eso, pero se fueron dando una serie de circunstancias. Guillermo Echavarría, que le tiene una fe bárbara a Cobra, que tiene un magnífico pedigrí, es muy fino y versátil, con cosas para esperar mucho de él, ofreció colaborarme en alguna cosa. Después Sergio Botta dijo ‘yo lo llevo, ponemos lo que sea necesario porque quiero que el caballo participe allá’, porque es un caballo de Colombia y no de Maturana. Así que en el momento que vive la hípica en Colombia, una buena actuación sería un revulsivo, un chispazo, una invitación a los criadores a seguir creyendo en el gran producto. Ahora que la hípica tambalea, estos dos caballos tienen la bandera para que esto continúe por buen camino o no. Me pareció que era parte de un homenaje que debía hacérsele a don Lisandro, porque su sueño fue hacer carreras a nivel internacional y creía mucho en estos dos caballos.

"Estuvo también la voluntad de José Santos de correr esos dos caballos gratis, solamente por amistad. Entonces es la oportunidad para, desde la hípica, decirle al mundo que la amistad existe y que vale la pena tener amigos, que hay gente noble, agradecida. El correrá los caballos por lo que don Lisandro hizo por él".

- ¿Usted ha vivido todo y como criador tiene sueños de crecer, de buscar un caballo, qué piensa ahora?

- "Uno siempre sueña su caballo, se organiza pero tampoco puede ser loco y esto demanda dinero, hay que saber en qué escenario se mueve. Todo depende de cómo esto funcione, si se fortalece e invita a continuar, si no deben racionarse las cosas, porque aquí no se gana, se pierde y se pierde plata".

El Clásico con doña Margarita, una entusiasta de la hípica.

- ¿Qué amigos le ha dejado la hípica?

- "Este es un mundo calificante, de gente fantástica, se conoce gente maravillosa como Jaime Alvarez, don Lisandro, Luis Ramírez, Víctor Garnica, gente que son casi un monumento a la decencia, gente derecha que tienen un andar tan correcto en la vida que hay que decirles siempre don, porque se lo merecen. Después te codeás con Héctor (de Bedout) que es una persona maravillosa, el doctor (William) Yarce, estoy agradecido con la hípica porque me ha puesto en un escenario donde he conocido gente fantástica".

- ¿Qué siente viniendo a untarse de lo que significa trabajar con los caballos, en los traqueos así corran o no los suyos?

- "Es distinto, adentro es una experiencia maravillosa. Me encanta esto, ver cómo se planifica, por qué se corre cada cosa, cómo se prepara la velocidad, la resistencia, es un agradable escenario de entrenamiento".

- ¿Don Lisandro Céspedes es un tema aparte, para usted qué significó?

- "Para mí lo de don Lisandro fue algo fantástico, porque era una persona con toda la experiencia del mundo y toda la calidad humana que uno quiere encontrar. Al comienzo uno con un miedo de entrarle a preguntarle qué le iba a hacer a mi caballo, pero él sabía lo que debía hacer con cada caballo, un día cualquiera me dio una apertura, me explicaba las cosas de todos los caballos, empezó a contarme todo, las carreras, lo que pasaba, todo, y cuando yo llegaba era bien recibido y aprendí mucho de la vida con él.

"El día anterior al Derby me decía que el "loco" (Memorial) estaba durísimo, me decía "es un diablo". Entonces yo le dije que no lo iba a saludar para que no creyera que lo estaba presionando el día del Derby y no lo saludé y me quedé sin saludarlo porque se murió, entonces ahí uno piensa que no se deben dejar las cosas para mañana. De todas maneras lo que le aprendí como ser humano es invaluable. Tuve la suerte y Dios me bendijo poniéndome al lado de una persona maravillosa que me enseñó mucho".


Una anécdota especial

Son varias las circunstancias que rodean la adquisición de los productos por parte de los propietarios. En el caso del Stud Clásico se presentaron dos hechos que dan cuenta de ese nutrido anecdotario que existe alrededor de la hípica.

Hace varios años se acercaron al Haras El Arlequín para hacerse a un ejemplar y tenían varias opciones, entre ellas Pyton, Serpiente Real y Cobra Real. Este último fue el elegido por doña Margarita, aunque al "Profe" le gustaba más Pyton por su corpulencia.

Otro caso fue el de memorial Day, detallado en la entrevista. Este fue comprado para suplir la ausencia de Durango y regalado a su hijo menor Daniel. Ambos son en este momento nuestros abanderados.